Hay muchas bibliotecas en Nueva York pero cuando nos referimos a la Biblioteca pública inmediatamente viene a nuestra mente ese majestuoso edificio de mármol que interrumpe la calle 41, ocupa la parte trasera de Bryant Park y tiene su puerta principal en la famosa Quinta Avenida neoyorquina.
La primera vez que me animé a entrar, iba buscando la sala de lectura que sale en la famosa escena de Cazafantasmas y me encontré, una vez cruzada la puerta, con “Las chicas de oro”. Detrás de una mesa con folletos, cuatro maravillosas ancianas me explicaron que eran voluntarias y que aún quedaban plazas libres para el tour de las doce. Miré mi reloj, no tenía nada urgente que hacer y faltaban quince minutos para el mediodía así que acepté. Una de las ancianas escribió mi nombre en una hoja de papel y puso una pegatina en mi blusa.
A las doce en punto, otra de las ancianas se levantó de su silla y nos convocó a los del grupo para iniciar el tour. La seguimos en una lenta ascensión por las enormes escaleras de mármol mientras comenzaba a contarnos curiosidades sobre el edificio y el sistema de gestión de sus fondos.
En aquellas dos horas que pasamos con ella recorriendo la biblioteca descubrimos que además de una gran biblioteca, este es un gran gabinete de curiosidades y pudimos contemplar la carta con la que Cristóbal Colón le contaba al Rey Felipe de Castilla y Aragón que había llegado a las Indias, mechones de pelo de escritores como Charlotte Brontë, Walt Whitman o Mary Shelley y una pitillera de Truman Capote.
Nos explicó también que los dos enormes leones que se encuentran a ambos lados de la entrada principal se llaman paciencia y fortaleza. Siempre me habían gustado esos leones pero desde que aprendí sus nombres me gustan aún más.
Esa visita me permitió descubrir por dentro un maravilloso edificio pero también fue mi primera experiencia con el voluntariado en Estados Unidos. Aquellas cuatro maravillosas octogenarias no solo tenían una educación envidiable, lucían unas uñas cuidadas y vestían faldas de lana combinadas con blusas de seda. Ellas formaban parte del enorme grupo de voluntarios que sostiene, gestiona y construye la red de bibliotecas públicas de la ciudad. Personas que con sus donaciones económicas y sobre todo con su tiempo, consiguen que las bibliotecas públicas, los museos, los parques y un sin fin de instituciones “públicas” funcionen maravillosamente en este país.
Esas mujeres son para mi un ejemplo de cómo devolver a la sociedad lo que te ha dado. De pasar tiempo con tus amigas pero no sentadas en un café o en bar sino enseñando una biblioteca o un museo a sus visitantes. Sacando libros infantiles al parque por las tardes para que los niños lean, dando clases de inglés a inmigrantes o ayudándoles a obtener su permiso de trabajo. Todo eso pasa aquí en las bibliotecas gracias a los voluntarios.
En cuanto me mudé a esta ciudad empecé a aportar también mi granito de arena a varias instituciones y una de ellas es la Biblioteca Pública. Mi contribución anual como “library friend” hace que me inviten a charlas y presentaciones de libros o que me envíen cada año unas preciosas pegatinas con mi nombre y dirección impreso junto al logo de la New York Library que utilizo para el remite de las cartas y postales que envío cada año. Cuando las veo pienso en aquellas viejecitas que me enseñaron la biblioteca y responsabilidad social al mismo tiempo.
El edificio cambió su nombre en 2008 a Edificio Stephen A. Schwarzman después de haber realizado Stephen una donación de 100 millones de dólares a la institución.
No tengo 100 millones de dólares pero si los tengo algún día me plantearé seriamente donarlos a esta maravillosa institución. ¿Os imagináis que le cambian el nombre por el de Biblioteca Juana Fernandez Silva?
Me voy a poner unos leones (aunque sea en foto) en la entrada de mi casa. Me han encantado los nombres! Que inspiradores!
Estuve en la biblioteca en 2015 y me encantó. En Madrid hay una ONG-librería que se llama AIDA y me encantaría ser voluntaria en algún momento de mi vida. Ayudar siempre te da más que lo que tú das a los demás y es maravilloso.